sábado, 15 de enero de 2011

Hacia el final de una vida; Randy Pausch


Es bueno tener por escrito, las pautas que nos da esta persona ante
el umbral de la muerte.    Te comparto el resumen de esta charla, con algunos
comentarios, para tenerla  a la mano y repasarla de vez en cuando.

1.- Tener unos buenos padres: quizá a ti, como a mí, este consejo es
para que nosotros lo seamos y podamos corregir  cualquier cosa en la educación
de nuestros hijos. Hay que estar alegres, que las riñas –que las habrá porque
hay cariño- no se den enfrente de los hijos. Quizá para conseguir ese hogar
“luminoso y alegre” habrá que darle importancia a las cosas que realmente la
tienen.
2.- Las personas primero: las cosas son para el uso de las personas y
no al revés. Quizá no te animes a vaciar una lata de “soda” en tu carro. Pero si
sucediera, no pasa nada. Recuerda la cantidad de insignificancias que en
ocasiones echan a perder tú día.
3. Las personas “pueden” madurar, tú puedes hacerlo también. Lo que
se requiere es tener paciencia. Me decía un amigo “no puedes hacer que crezca
una planta jalándola hacia arriba, la desarraigarías. Hay que saber esperar,
ponerle agua, sol, fertilizante y…tiempo” Con las personas sucede lo mismo,
requiere paciencia su madurez. Esto lo relaciono con la parte en la que nos
habla de que “toda persona tiene su nobleza, no hay mal absoluto”. Las personas
como el buen vino, maduran con el tiempo.
Hay que aprender a conocer y encontrar el modo a quienes te
rodean
3.- Pausch afirma que ante la inminencia de su muerte ha escogido
estar alegre. Sí por supuesto que el “cómo nos va en nuestra vida” tiene mucho
que ver con la calidad de nuestras elecciones. Dice al final que hay que poner
energía y esfuerzo y no pasársela “quejando”. Lo sabes bien, la energía y el
esfuerzo en lo que haces, lo ESCOGES tú. Quizá habría que quitarse ese “complejo
de víctima” que surge en ocasiones y que no resuelve nada, y que termina por
quitar la energía y esfuerzo.
4. La recomendación que hace sobre la verdad es bastante exigente,
porque invita a decirla siempre. Quizá hasta ahí no haya mayor problema. La
exigencia, desde su punto de vista, estriba en las tres partes que propone ante
un error: primero decir “lo siento” después “fue mi culpa” y en tercer lugar,
que quizá es lo más difícil, “que se puede hacer para corregirlo”.
5. No te enojes si se te exige, o si te hacen ver algún error.
Comentamos ya en un boletín, que la soledad más grande es cuando NADIE está
cerca de ti para ayudarte a seguir creciendo. Hay acciones que realizas y que
desdicen de ti, pero en ocasiones no te das cuenta. Que bueno tener alguien que
esté cerca y que te lo diga, esto ayuda a la madurez si aprendes a
corregir.
6. Relacionado con el punto anterior, surge la necesidad del
agradecimiento. No es simplemente dar las gracias, que aunque es sencillo se
puede olvidar. Es esa actitud de respeto y reverencia hacia aquellas personas
que ayudan a resolver carencias.
Posiblemente pensemos que “pobre hombre” que se va a morir. Más bien
pobres de nosotros que no lo sabemos. El tiene el tiempo por acabársele, quizá
nosotros también y lo desconocemos.
Lo que me gustaría repetirte –a ti lector asiduo de estos boletines-
es que no hay que esperar a “tener un elefante en la habitación” para hacer
cambios. Cada día, cada minuto, cada segundo es una oportunidad de
recomenzar.

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