lunes, 28 de febrero de 2011

Caridad: Trabajar por amor amando el trabajo


La vida cristina gira en torno al madatum novum que Cristo vino a anunciar a la tierra: ut diligatis invicem, Sicut dilexit vos, ut et vos diligatis invicem. In hoc cognoscent omnes ouia discipuli mei estis, si dilectionem habueritis ad invicem… <<Ámense los unos a los otros como yo los he amado. En esto verán todos que ustedes son mis discípulos>>. En esto se resume el mensaje que Jesús vino a darnos, un mensaje de amor. Este amor solo puede alcanzar su plenitud cuando encontramos nuestra verdadera razón de existir. Cada persona tiene ‘’algo’’ que hacer en este mundo, unos se dedicarán a la limpieza, otros a dirigir, algunos más a la economía, pero todos ellos se necesitan unos a otros para que el mundo funcione de una manera armónica.

Por lo cual podemos concluir que la razón general de ‘’ser’’ del ser humano es servir a los demás. Es como una mega construcción: sin albañiles no se puede construir, sin arquitectos no se puede diseñar, sin ingenieros no se puede calcular; por lo tanto se puede decir que todo trabajo que se quiera realizar bien necesita que todas sus partes hagan su trabajo bien, si no la inmensa construcción puede colapsar en cualquier momento. De esta forma es como trabaja la sociedad. Sin embargo la sociedad ha perdido, en cierta medida, el fin último del trabajo y lo ha llevado a un nivel por debajo de lo humano.

Si todos los hombres se dieran cuenta que su trabajo nada vale si no es por los demás, todo sería diferente. Partiendo de que todos los hombres somos iguales, podemos afirmar que cualquier acción realizada por cualquier hombre es igual de virtuosa o viciosa, aunque algunos actos son mas dañinos que otros. Esto nos lleva a pensar que algunos actos pueden ser más buenos o más malos. Sin embargo la bondad o maldad de los actos no puede ser medida, al menos no humanamente.
Pero en este caso nos enfocaremos al lado bueno de los actos. Cristo nos dice: <<Ámense los unos a los otros>>, quiere decir que no haya odio, rencor, ira o cualquier deseo de venganza entre los hombres, porque en esos actos lo único que hace el hombre es pensar en si mismo. Y Jesús mismo dice  ama a tu prójimo como a ti mismo, esto quiere decir a toda persona que te rodea, a todo el mundo. Porque <<él nos amó hasta el extremo>>, y también nos enseña que hay que amar a Dios por encima de todas las cosas  Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
Muchas veces nos preguntamos porque amamos o queremos a alguien, pero hay que establecer una gran diferencia entre amar y querer. ‘’Querer’’ implica sentir la necesidad de tener algo como nuestro, pero nosotros no poseemos nada porque nada hemos creado. Amar es totalmente diferente, porque amar depende de dos personas necesariamente, siendo que solo se puede dar y recibir amor de alguien que da y recibe amor, es decir el amor es recíproco e infinito. Por lo tanto, amar es darse a los demás desinteresadamente, mostrando nuestra generosidad, dándonos del todo, tal y como Cristo lo hizo con nosotros. A pesar de esto, la caridad abarca todas las virtudes, siendo el punto de unión de todas ellas, volviendo de la vida –en medida que las virtudes se vayan obteniendo- una unidad plena con Dios Padre en Cristo por el Espíritu Santo.

Fernando Gómez

No hay comentarios:

Publicar un comentario