miércoles, 23 de marzo de 2011

El Papa invita a todos a “beber de la fuente” de la Sagrada Escritura


El Papa Benedicto XVI afirmó hoy la importancia de “amar la Sagrada Escritura” y de “crecer en la familiaridad con ella”, a los peregrinos congregados en el Aula Pablo VI para la Audiencia General.

El Papa quiso presentar hoy la figura de san Lorenzo de Brindisi, retomando así su ciclo sobre doctores de la Iglesia interrumpido con el comienzo del tiempo de Cuaresma.
De este santo italiano quiso destacar sobre todo su “gran amor por la Sagrada Escritura, que se sabía ampliamente de memoria”, así como su convicción “de que la escucha y la acogida de la Palabra de Dios produce una transformación interior que nos conduce a la santidad”.
"La Parola del Signore – citó el Papa de los escritos del santo – è luce per l’intelletto e fuoco per la volontà, perché l’uomo possa conoscere e amare Dio. Per l’uomo interiore, che per mezzo della grazia vive dello Spirito di Dio, è pane e acqua, ma pane più dolce del miele e acqua migliore del vino e del latte... È un maglio contro un cuore duramente ostinato nei vizi. È una spada contro la carne, il mondo e il demonio, per distruggere ogni peccato".
San Lorenzo da Brindisi “ci insegna ad amare la Sacra Scrittura, a crescere nella familiarità con essa, a coltivare quotidianamente il rapporto di amicizia con il Signore nella preghiera, perché ogni nostra azione, ogni nostra attività abbia in Lui il suo inizio e il suo compimento”.
“E’ questa la fonte da cui attingere affinché la nostra testimonianza cristiana sia luminosa e sia capace di condurre gli uomini del nostro tempo a Dio”, añadió.
Este insigne teólogo nació en Brindisi (Italia) en 1559, y muy joven aún entró en la Orden de los Capuchinos. Fue un hombre de gran cultura, que dominaba varios idiomas, así como lenguas antiguas (el griego, el hebreo y el sirio).
Gracias a ello, y a su conocimiento de la literatura rabínica y de los Padres de la Iglesia Lorenzo “pudo llevar a cabo un intenso apostolado hacia diversas categorías de personas”, incluyendo el diálogo con los judíos y los seguidores de Lutero.
“Con su exposición clara y tranquila, mostraba el fundamento bíblico y patrístico de todos los artículos de fe puestos en discusión por Martín Lutero”, entre estos, “la primacía de san Pedro y de sus sucesores, el origen divino del Episcopado, la justificación como transformación interior del hombre, la necesidad de las obras buenas para la salvación”.
“El éxito que gozó Lorenzo nos ayuda a comprender que también hoy, llevando hacia adelante el diálogo ecuménico con tanta esperanza y la confrontación con las Sagradas Escrituras, leídas según la Tradición de la Iglesia, constituyen un elemento irrenunciable y de fundamental importancia”, añadió el Papa.
Evangelización y oración
El Papa puso también a san Lorenzo como modelo de apóstol, afirmando que “también hoy, la nueva evangelización necesita apóstoles bien preparados, con celo y valientes”.
Ese testimonio, afirmó, es necesario “para que la luz y la belleza del Evangelio prevalezcan sobre las tendencias culturales del relativismo ético y de la indiferencia religiosa, y transformen los distintos modos de pensar y de actuar en un auténtico humanismo cristiano”.
En medio de tantos trabajos, “Lorenzo cultivó una vida espiritual de fervor excepcional, dedicando mucho tiempo a la oración y de modo especial a la celebración de la Santa Misa”.
“En la escuela de los santos, todo presbítero, como ha menudo se ha subrayado durante el reciente Año Sacerdotal, puede evitar el peligro del activismo, de actuar, es decir, olvidando las motivaciones profundas del ministerio, solamente si cuida su propia vida interior”, subrayó el Pontífice.
Rezar, explicó, “es el primer servicio que hay que ofrecer a la comunidad. Y por esto, los momentos de oración deben tener en nuestra vida una verdadera prioridad. Si no estamos interiormente en comunión con Dios, no podemos dar nada a los demás. Por esto Dios es la primera prioridad”.
Por último, destacó la labor del santo por la paz, recordando que le fueron repetidamente confiadas “importantes misiones diplomáticas para dirimir controversias y favorecer la concordia entre los Estados Europeos, amenazados en aquel tiempo por el Imperio otomano”.
“Hoy, como en los tiempos de San Lorenzo, el mundo tiene necesidad de hombres y mujeres pacíficos y pacificadores. Todos los que creen en Dios deben ser siempre fuentes y constructores de paz”, concluyó el Papa.

zenit.org

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